Falleció Guy Opdenbosch, uno de los hijos adoptivos de Santa Marta
El ingeniero siempre sustentó con estudios la solución definitiva del agua en Santa Marta, y no era la del río Magdalena.
Santa Marta perdió a uno de sus ilustres hijos, Guy Opdenbosch, un hombre entregado a la academia y a la lucha por darle solución al problema que durante décadas ha padecido la capital del Magdalena: la carencia de agua potable.
El solo hecho de leer el nombre de Guy Opdenbosch no nos deja imaginar, ni por un segundo, que este personaje es samario. Pero sí, es colombiano de origen europeo que en su niñez jamás tomó agua que no fuera de coco y en su adolescencia se “levantó a punta de cerveza”. Formó parte del ejercito de la Otán en la “guerra de los siete días” entre Israel y Egipto; y terminó siendo el único samario graduado en la Universidad de Bruselas como ingeniero Civil, Mecánico y Electricista.
Con su risa estruendosa y particular humor caribeño, el ingeniero Opdenbosch explicaba algunos de los muchos inventos que el mundo científico le reconoce; por ejemplo: rediseñó los fondos de los filtros de la planta de tratamiento de agua de El Rodadero.
Tiene en su haber dos investigaciones con Colciencias sobre turbomáquinas. Es autor de las Leyes de Filtración en Arena. Inventó un regulador electromecánico para la inyección de una turbina hidráulica que lleva casi 40 años funcionando 24 horas al día.
Construyó su propia hidroeléctrica en la Sierra Nevada de Santa Marta destacándose hoy como la única que funciona perfectamente en la Costa Caribe, a partir de un rediseño que plasmó en una publicación titulada “La Turbina Pelton en una Hora”. Sus propiedades en la Sierra Nevada de Santa Marta, a solicitud suya ante la Presidencia de la República, fueron declaradas Reservas Forestales pretendiendo con ello proteger las fuentes de agua que abastecen a la ciudad de Santa Marta.
Durante 37 años mantuvo oculto un filtro que diseñó para poder potabilizar agua sin usar químicos. Invento que puso en funcionamiento en su hacienda Jirocasaca a principios de los años 80 y, en el Gobierno del presidente Álvaro Uribe, implementó para garantizar agua potable a varios de los pueblitos indígenas inaugurados, entre ellos Kantinurwa.
Su filtro, para volver el agua potable no requiere utilizar alumbre y en la mayoría de los casos tampoco cloro. Este invento lo hizo merecedor, en el 2009, del Premio Crea PVC a la Innovación.
La solución que sustentaba
Guy Opdenbosch es un genio, pero para muchos fue desconocido, y a veces ilegitimado, no por carecer conocimiento sino, como el mismo decía, “por la necia ignorancia de aquellos que no lo conocen”.
Lo paradójico, es que este personaje se mantuvo en el anónimo en un departamento donde la mayoría de sus habitantes consumen agua no apta para los seres humanos y para una ciudad como Santa Marta que ha padecido durante años por carecer del preciado líquido.
“La crisis del agua en Santa Marta, no es un tema de ahora sino que tiene 175 años y se ha generado por las ‘estupideces’ de los funcionarios que han tenido a su cargo la administración de la ciudad y la prestación del servicio. La cuña marina no es inagotable, todo tiene límite”, afirmó en su momento Opdenbosch.
Santa Marta, en los últimos años, ha pasado por la crisis de agua más fuerte de todos sus tiempos. Y esto no solo se debe por el denominado fenómeno del niño, sino además por el aumento de la población en la ciudad y a la falta de planes de contingencia que permitan subsanar la sequía.
Sobre esta situación el ingeniero Opdenbosch tenía una explicación. Para él la capital del Magdalena no superará nunca su problema si no se adecuan los ríos de los cuales se capta el agua. “Santa Marta posee ríos torrenciales, lo que quiere decir en breves palabras: que son afluentes que en invierno tienen agua pero que en verano no poseen ni una sola gota”, decía Guy.
El gobierno nacional y distrital plantean como solución captar agua de los ríos Toribio, Córdoba y Magdalena como fuentes principales de abastecimiento, a mediano y largo plazo respectivamente, con una inversión inicial cercana a los 35 mil millones de pesos.
“Esta solución permitirá traer 1.600 litros por segundo, adicionales a los que ya maneja la ciudad, y que aprovisionará de agua a los samarios 24 horas al día, los 7 días de la semana, para el ciento por ciento de su población”, dijo en su momento el Ministro de Vivienda, Luis Felipe Henao.
Frente a esta solución el ingeniero Guy Opdenbosch afirmaba que “es descabellado pensar que vamos a beber agua de la cloaca de toda Colombia como lo es el río Magdalena, cuando de la Sierra Nevada bajan aguas cristalinas que con verdaderos estudios pueden abastecer a Santa Marta”.
Por esa razón él exponía otra solución al problema. “Debemos crear embalses o represas que nos permitan regular el caudal de los ríos, almacenando el agua de los períodos húmedos para utilizarlos durante los períodos más secos. De esta manera garantizamos el abastecimiento de agua potable y de mejor calidad a toda nuestra población”, explicaba Opdenbosch.
Guy, murió reforzando su teoría y cumpliendo su pensamiento: “jamás me juntaré de politiqueros corruptos, de esos que inauguran ineficientes obras de acueducto y alcantarillado”. Obras que este genio definía como “simples mamarrachos con que asaltan el erario público”.